Antes de ingresar a la Compañía de Jesús, el P. Eduardo José Quintal Pinelo se formó como ingeniero civil y cursó, de manera paralela, una Maestría en Construcción Pesada, especializándose en el diseño de carreteras, aeropuertos, presas y puentes. Todo apuntaba a una carrera exitosa en el ámbito de la infraestructura; sin embargo, decidió dar un giro radical a su vida: renunciar a su camino profesional y unirse a la Compañía de Jesús.
Su vocación no nació de una inquietud religiosa convencional, sino de una profunda preocupación por la realidad social. Desde joven, participó activamente en grupos juveniles que trabajaban con comunidades indígenas en Yucatán. Fue ahí donde germinó en él un fuerte sentido de servicio, que con el tiempo se transformaría en un llamado interior más profundo. A través de misiones, voluntariados y el acompañamiento a comunidades en situación de vulnerabilidad, descubrió que su vida tenía un propósito diferente: entregarse por completo a los demás.
Durante su formación como jesuita, vivió experiencias que marcaron su vida y espiritualidad. Aprendió la lengua tarahumara en la Sierra Tarahumara, acompañó a migrantes en su camino hacia Estados Unidos, convivió con reclusos en las Islas Marías, trabajó en un hospital psiquiátrico y colaboró con comunidades indígenas. Cada una de estas vivencias le permitió encontrarse con el dolor humano, desarrollar una empatía profunda y, sobre todo, reconocer la dignidad y la luz presente en cada persona, sin importar su historia.
El P. Eduardo cree firmemente que la educación va más allá del aula. Para él, es un camino integral que forma personas conscientes, compasivas y comprometidas. A lo largo de los años ha trabajado con jóvenes en distintos contextos, promoviendo el análisis crítico de la realidad, el desarrollo de la espiritualidad ignaciana y la búsqueda de la justicia.
Actualmente, su misión en la Escuela Carlos Pereyra está enfocada en estructurar el modelo cultural y educativo, así como en la elaboración de los documentos rectores que orientan el quehacer institucional. Aunque hoy su trabajo se centra en la planificación estratégica, no descarta en el futuro incorporarse a la docencia, especialmente para acompañar a los estudiantes que están por egresar. Su anhelo es ofrecerles herramientas inspiradas en la espiritualidad ignaciana que les permitan enfrentar los desafíos del mundo con una mirada humana, compasiva y solidaria.
La vida del P. Eduardo Quintal es un testimonio de entrega, discernimiento y servicio. Un ejemplo de cómo la espiritualidad, la educación y el compromiso social pueden entrelazarse para transformar no solo vidas individuales, sino comunidades enteras.