Jueves Santo.
Que el Señor me enseñe a limpiar los pies de los que el mundo no quiere:
– los pies húmedos de quienes llegan huyendo del horror, el hambre y la guerra en una patera,
– los pies sucios de las personas que no tienen techo,
– los pies heridos con las señales de los pinchazos de la droga,
– los pies de aquellos que desde el fondo del Templo no se atreven a alzar la vista y solo pueden decir: «ten piedad de mí que soy un pobre pecador»,
– los pies de las mujeres que son maltratadas por quienes se dicen sus compañeros,
– los pies de aquellos que el mundo discrimina por el color de su piel, por sus ideas políticas, por su religión, por su género, por su orientación sexual y por tantas otras cosas…
Ayúdame Señor a amar hasta el extremo.
Pablo Guerrero, sj